RUINAS CASTILLO ALDEIRE 24/12/11

domingo, 7 de marzo de 2010

NO APRENDEREMOS NUNCA

A pesar de que las inundaciones son una de las catástrofes naturales que mayor número de víctimas producen en el mundo, la humanidad sigue estando totalmente ciega ya que, poco a poco, sigue invadiendo los cauces de los ríos, construyendo sobre las empinadas laderas de las montañas, comiéndole al mar sus milenarios litorales y creyendo, para colmo, cuando lo hace, que le está ganando la batalla a la naturaleza.

¡¡¡¡Torpes humanos!!! que a pesar de estar viendo a diario casas inundadas y destruidas, naves industriales arrastradas por la corriente, innumerables animales ahogados, atrapados en sus establos, laderas de montes, que una vez humedecidas, dejan deslizar sobre sus firmes esqueletos de piedra, la capa fértil de tierra que los cubría, llevándose por delante y sepultándolo todo aquello que el hombre creía haberle robado: edificaciones y autovías, construidas sin permiso de esas montañas, a las que le han arrebatado parte del apoyo que tenían para poder mantenerse erguidas. ¡¡¡Los hombres, a pesar de todo, la siguen desafiando!!!!

Hay catástrofes naturales que no se le pueden achacar al hombre porque las produce la misma fuerza de la naturaleza pero, sin embargo, SI la tiene en su inmensa mayoría. Si nos fijamos un poco a nuestro alrededor veremos que las inundaciones tienen algunas causas comunes en su desarrollo como son: Unas veces la impermeabilización del suelo con asfalto, cemento, tejados de viviendas, calles, naves, autovías, carreteras, enormes aparcamientos... etc., que hacen que las aguas caídas lleguen más rápidamente a los ríos al no ser absorbidas por la tierra. Otras veces es la tala indiscriminada o quema intencionada de Montes, que al quedarse sin vegetación, la lluvia se encarga de erosionar, arrastrando, ayudados por la fuerza de sus aguas, enormes pedruscos e ingentes cantidades de materiales, que agravan y aumentan los efectos de la inundación. Pero la más irresponsable de todas es la ocupación de los cauces de los lechos de los ríos con construcciones que los reducen, haciendo que sus aguas alcancen en esos tramos mayores alturas y virulencia, por lo que al pasarlos sus aguas se sienten libres e inundan todo lo que encuentran a su paso.

Muchos Ayuntamientos son responsables de la mayoría de estos desastres ecológicos porque han introducido en sus “Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU)” de sus respectivos municipios, llevados por la codicia de recaudar, todos esos terrenos como edificables, sin importarle nada el peligro, que a corto o largo plazo, estaban exponiendo a sus vecinos. Ciertamente lo único que siempre queda al final son lamentaciones, el llanto de los arruinados y la foto de los políticos dándoles su apoyo verbal y económico en aquellos momentos difíciles por los que atraviesan, aunque este apoyo económico, la mayoría de las veces, no les llega a pesar de las muchas promesas del momento.

De vez en cuando la naturaleza nos recuerda que “Lo que es del río, el agua se lo lleva”, y más aún si su cauce no está limpio y no se han puesto los medios para no estrecharlo. Las montañas, en los años lluviosos, nos avisan que sus bases tienen que ser respetadas para poder mantenerse en pié y las olas del mar, muy a menudo, arrasan paseos marítimos, se tragan edificaciones que se aproximaron temerariamente a sus orillas y hacen bailar contra el muelle de atraque a miles de embarcaciones de menor y mayor tonelaje para que no lo olvidemos.

Nos lo recuerda día a día y con mucha frecuencia, pero la ceguera y la ambición humana no quiere ver ni escuchar. ¡¡Ojalá que nos demos cuenta a tiempo y antes de que se cumpla aquel otro refrán que dice “el que avisa no es traidor”!!!, para que después no tengamos que repetir las palabras de aquel ingenuo tabernero que, a base de echarle agua al vino, hizo una pequeña fortuna con la que se compró un huerto en la ribera del río. Poco tiempo después, las aguas caídas durante una gran tormenta, comenzaron a llevárselo poco a poco. El tabernero, desde la orilla de enfrente, triste y con los ojos arrasados en lágrimas, viendo como el agua se lo iba llevando por completo, se lamentaba diciendo: ¡¡¡“Adiós huerto mío, que con el agua viniste y con el agua te vas”!!!.