Durante este tiempo nos visitan infinidad de personas de muchos pueblos vecinos y sobre todo de Almería capital que, vara en mano, apalean los erizos de los castaños, aún verdes, para llevarse su fruto. No contentos con esto, desgajan sus ramas para recogerlas más fácilmente y, si a alguien se le ocurre reprobarlos, se le enfrentan al atrevido o atrevida que los recrimina, con una furia y unas repuestas tan groseras e insultantes que, ni los habitantes de la selva se atreverían a repetirlas.
¿Acaso el Concejal de Agricultura, con autorización de la Alcaldía, no tiene competencia para contratar los fines de semana, que son los días en que suceden estos hechos, a varias personas que, con su acreditación, pongan un poco de orden y eviten estos destrozos?
Nadie de esta localidad nos oponemos a que recojan las castañas que se encuentren en el suelo, pero sí estamos totalmente en desacuerdo en que nos invadan durante unos días, saltando como monos en la jungla, de castaño en castaño, destrozándolos todos y, al mismo tiempo, apaleando los almendros que encuentran a su paso para llevarse su fruto y para colmo, no se dejan ni un solo euro en el pueblo.
Espero que este pequeño consejo lo ponga en práctica, cuanto antes, aquella persona a la que le corresponde hacerlo para no tener que repetir de nuevo la misma queja el próximo año. Es una infamia que a estas plantas milenarias se las trate de este modo.
